Cada 18 de mayo se conmemora el Día Internacional de los Museos, con el objetivo de concientizar sobre la trascendencia de estas instituciones en tanto componente clave para el intercambio cultural, el enriquecimiento de las culturas, así como para el desarrollo de la comprensión mutua, de la colaboración y de la paz entre los pueblos.
El Consejo Internacional de Museos (ICOM) todos los años propone un lema. En esta edición es “El futuro de los museos: recuperar y reimaginar”, invitando a esas instituciones, sus profesionales y a las comunidades a crear, imaginar y compartir nuevas prácticas de (co)creación de valor, nuevos modelos de negocio para las instituciones culturales y soluciones innovadoras para los retos sociales, económicos y medioambientales del presente.
La Tecnicatura en Museología forma parte de la propuesta académica de la Facultad de Ciencias de la Gestión. La carrera se dicta en la Sede Concepción del Uruguay. En el marco de la conmemoración, compartimos con la comunidad las reflexiones del Lic. Pedro Fruniz, docente en dicha Tecnicatura.
“¡HACE FALTA MUSEÓLOGOS!”. El Lic. Fruniz considera que encontrar una única definición de museo resulta bastante complejo: “Desde aquellos antiguos museion griegos, hasta los museos de nuestro tiempo, el concepto ha ido mutando. Dentro del campo, en general, se suele tomar al Consejo Internacional de Museos (ICOM), como la voz autorizada, el cual en la 22ª Asamblea General en Viena (Austria) en el año 2007, definió al museo como una institución sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo.
Sin embargo, la misma, está siendo revisada por la organización, a través de un comité permanente, que busca dar una nueva definición, más adaptada al siglo XXI y a las necesidades sociales. Lo interesante de este tiempo que vivimos, es que el museo reconoce que debe cambiar, adaptarse a los tiempos, entendiendo que su razón de ser se fundamenta en una sociedad, a la que responde y para la que busca trabajar y ser útil”.
Formar parte de la enseñanza de las nuevas generaciones de Técnicos en Museología es un gran desafío, resultando muy gratificante encontrar personas que se interesen por el mundo de los museos y que quieran dedicarse a esta tarea; o personas que ya trabajan en un museo pero quieren formarse específicamente en la disciplina.
“¡Hacen falta museólogos en los museos! ¡Hace falta la profesionalización de esos espacios! Hay muchos museos sin museología, contradictoriamente, y la única manera de hacer posible que esto exista es a través del trabajo de personal formado en esta especialidad.
Formar parte de la enseñanza de Técnicos en Museología involucra el gran desafío de contagiar apasionamiento por la disciplina, y ofrecerles un espacio de aprendizaje acorde a los tiempos, actualizado a los debates actuales dentro del campo de los museos, con bibliografía contemporánea, que podamos someter a estudio, pero también a análisis, debate, discusión. También, el desafío es ofrecerles espacios de práctica, para aprender en el terreno a desenvolverse en las funciones del museo. Solo a través de esa metodología, podemos lograr profesionales parados en el siglo XXI”.
ATRACTIVOS vs. NO DINÁMICOS. “Considero que los museos se vuelven atractivos y dinámicos, siendo espacios que ofrezcan constantemente a la comunidad propuestas nuevas, innovadoras, que hagan querer volver a quien lo visita. Es muy necesario que los museos trabajen en ser verdaderamente marcas culturales para la gente, lugares de verdadera elección, donde los visitantes se acerquen con la confianza de saber que ahí encontrarán una propuesta que no van a ver en ninguno otro lado ¡Y tienen todo para lograrlo! Un museo es un espacio donde generalmente encontramos vestigios materiales que guardan intangibles dispuestos a darse a conocer, y a entrar en un diálogo fluido con el visitante; son espacios para aprender desde la informalidad, desde la indagación y la exploración, desde la construcción colectiva, desde lo lúdico, desde los sentidos, desde múltiples miradas, narrativas y perspectivas, que incluso podrían entrar en debate con nuestras propias ideas ¡Y eso estaría muy bien!”, advierte con entusiasmo.
El profesional menciona que los museos no atractivos son los que se centran en una exposición permanente inmutable, basada en objetos a los que el mismo museo agotó en significados; son espacios configurados como templos del saber, fríos, donde se baja la voz al hablar y no se ofrece mucho más, y si el visitante decide volver, probablemente todo siga igual.
En cambio, los museos dinámicos son los que tienen una colección permanente que se reexamina todo el tiempo, aportando nuevas miradas y que ofrecen exposiciones rotativas y temporales, diseñadas y pensadas desde los intereses de la comunidad; con actividades concretas y talleres. Son los museos que no se centran en impartir un discurso unidireccional, sino que estimulan la conversación como punto de partida; los que logran, finalmente, ser un gran foro o plaza pública, que capturan nuestra sensibilidad, nuestro deambular, nuestras preguntas, para introducirnos en mundos “extra-ordinarios”, diferentes al cotidiano, cargados de historia, memoria, arte, ciencia e identidad, donde es posible encontrarse con otros, que pueden pensar diferente, pero con los que podemos construir juntos.
“La principal herramienta para el trabajo en un museo es el criterio y la ética que se logra a través de la formación profesional o la especialización dentro del campo. Debemos tener los conocimientos teóricos y técnicos para lograr desempeñar correctamente las funciones del museo y las tareas que involucra cada área dentro de la gestión museística, pero también hay que tener aptitudes, compromiso, responsabilidad, curiosidad, capacidad de diálogo, humildad, para poder estar dentro de un espacio que vincula a la sociedad con narrativas, objetos, intangibles, entre otros”, agrega.
PANDEMIA Y FUTURO. Especial atención merecen los cambios que se han introducido a partir de la pandemia mundial, producto del Covid 19. En este sentido Fruniz plantea: “El 2020 marcó un año inédito, con una pandemia que se propagó por el mundo entero, impactando en todos los aspectos de nuestras vidas, nuestras relaciones sociales, trabajos, rutina, distracciones… Todo absolutamente se vio tocado y sacudido por esta realidad. Los museos y todo el sector cultural no fueron una excepción, siendo de los sectores más afectados. Sin embargo, esta crisis sirvió también como catalizador para innovaciones cruciales que ya estaban en marcha. Más museos se volcaron a la virtualidad y a trabajar por el verdadero diálogo con sus visitantes a través de las diversas modalidades y plataformas de internet, además de la digitalización y la creación de nuevas formas de experiencia y difusión cultural. Hoy por hoy, frente a esta realidad que no cesa, los museos asumen que deben continuar trabajando por un cambio, que implica repensar la institución y su relación con las comunidades buscando nuevas estrategias y modelos para experimentar la cultura y el patrimonio”.
Finalizando la entrevista, Fruniz se permite trazar una línea de tiempo hacia adelante: “Me imagino un futuro con museos más comprometidos con la comunidad y sus necesidades; museos centrados en la gente, y no únicamente en sus colecciones, como en otros tiempos; museos no tan ajenos a los temas que las personas hablan en la calle sino metidos en ellos y ofreciendo la institución como lugar de encuentro y construcción de ciudadanía. Me los imagino logrando instalar verdaderamente ese nuevo paradigma que se propone, y del que hablaba anteriormente. El compromiso está, existe. Son muy pocos los museos que se han quedado ´quietos´ al cambio, y tarde o temprano tendrán que hacerlo, arrastrados, zarandeados o empujados hacia ese futuro que los transforme, porque sino estarán propensos a – crudamente – desaparecer, al menos, de la mirada de la gente”.